Filología balear

JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO. Los tratos con la lengua forman parte del negociado de Xavier Pericay desde que, a finales de los ochenta, ejerciera de editor-corrector del nuevo Brusi o, a mediados de los noventa, tratara de normalizar el uso del catalán en la compañía Renfe. Esos y otros empeños se hallan magistralmente narrados en sus memorias, no en vano tituladas Filología catalana. Su última incursión en dicha disciplina, no obstante, podría rebasar lo estrictamente lingüístico para convertirse en un programa, programa, programa; máxime si, como todo parece indicar, Pericay sale elegido parlamentario balear por Ciudadanos.

El programa al que me refiero es Un model lingüístic per ses Illes Balears(Fundación Jaume III), que, a diferencia de otros trabajos de Pericay, pretende una finalidad enteramente tautológica, a saber: que las modalidades lingüísticas baleáricas sean eso, baleáricas. Tal como afirma el autor en el prólogo, el balear que se enseña en la escuela desde hace 25 años “guarda poca relación con la tradición filológica del archipiélago”. O lo que es lo mismo: es un estándar que, “excluyendo determinadas soluciones verbales y alguna variante léxica, coincide, en todos los detalles, con el modelo fijado a lo largo de tres décadas y media por la administración, la escuela y los medios de comunicación de Cataluña”. Obviamente, arguye Pericay, detrás de esta catalanización se halla el afán de preservar la unidad de la lengua, “unidad que sus apóstoles siempre confunden con uniformidad”, y que, “en muchos casos”, responde a un “proyecto político”.

El propósito de la obra, así, es restituir el vínculo entre el modelo lingüístico balear y la comunidad que ha de emplearlo. Para ello, Pericay toma como fundamento los trabajos de Antoni Maria Alcover y Francesc de Borja Moll, que el pancatalanismo había marginado, y recupera palabras o expresiones que, por su origen castellano (“nunca por ser de origen francés o italiano, no hace falta precisarlo”), habían sido excluidas de los registros léxicos normativos. En el modelo que plantea el flamante candidato de C’s, se dice “passar gust” o “disfrutar” en vez de “gaudir”, “naturalesa” en vez de “natura” y “becada”, “horeta” o “sesta” en vez de “migdiada” o “becaina”. Se trata, en suma, de anteponer la forma insular a la catalana, esto es, de devolver la lengua a sus hablantes, cada vez más imbuidos de la creencia de que las palabras demasiado isleñas eran sospechosas de incorrección, y de que todo aquello que no sonara a TV3 era una impureza inoculada por la burguesía local, de natural españolista. Ello había resultado en aberraciones como la que el propio Pericay describía en El Mundoel pasado febrero: “Los ciudadanos no se sienten representados con lo que oyen, incluso hay muchos hijos que corrigen a sus padres porque en la escuela les han dicho que palabras como vacacions es un’barbarisme’ o un coloquialismo, lo cual es falso”.

A partir del 24 de mayo oiremos eso mismo, con voz más clara que alta,en sede legislativa.

_______________

Publicat a Libertad Digital, es 16-4-2015.

Guerra sucia contra Xavier Pericay

La inesperada designación deXavier Pericay como número uno de la lista de Ciudadanos en Mallorca ha hecho que el catalanismo entrara en estado de pánico. Por enésima vez –y digo por enésima porque los que sufren de paranoia siempre se sienten atacados– vislumbran que su hegemonía dentro del búnker educativo, la universidad y el mundillo de la cultura oficial vuelve a estar amenazada. Y rugen como sólo ellos lo saben hacer. Todos sabemos que el Partido Popular, pese a sus inanes mayorías absolutas, se ha mostrado absolutamente incapaz de poner en su sitio a una minoría nacionalista que, con y sin mareas verdes, nunca se mueve más allá del 10% de los votos. A lo sumo. Es más, gracias a la proverbial torpeza de los populares, a su desprecio por las ideas, a su complejo de inferioridad y en consecuencia a su seguidismo perruno de la corrección política dominante que nunca han sabido dirigir, esta minoría activa que sólo se representa a sí misma ha logrado adueñarse de todas las plataformas públicas que nuestra autonomía ha puesto al servicio de los ciudadanos y que tienen por misión la propagación de una cierta ética pública, como son las aulas, las artes escénicas o la UIB. Una anomalía que, sin embargo, sólo ha sido posible gracias al menfotismo y a la pusilanimidad de los Cañellas, Soler, Matas y por qué no decirlo, de José Ramón Bauzá. Para ser justos, éste último, ciertamente, ha intentando meterlos en vereda pero las fuerzas oscuras de su partido no se lo han permitido.

De ahí que nuestros queridos catalanistas anden estos días alborotados con la nominación de Pericay al frente de un partido en auge con grandes posibilidades de convertirse en la bisagra decisiva después de los comicios y así dejarlos cuatro años más en la cuneta comiéndose los turrones en la oposición. Nunca los que somos contrarios a la inmersión lingüística obligatoria y favorables a la implantación en todos los ámbitos oficiales de un modelo que reconozca de verdad las modalidades insulares habíamos estado tan cerca de terminar con la anomalía de una dictadura, la catalanista, que dura ya más de treinta años. Ya viene siendo hora de terminar con tanto despotismo que se disfraza de ilustrado para imponer sus puntos de vista.

Los ataques a Pericay a los que hemos asistido atónitos estos días demuestran que su elección ha hecho daño, mucho daño. Ya se frotaban las manos confiados en la abstención de muchísimos ex votantes del PP que han perdido la confianza en este partido. El habitualmente comedido Miquel Payeras (Última Hora) ha llegado a acusarle de “cunero” cuando Pericay –nacido en Barcelona– lleva residiendo en Mallorca hace más de diez años, está casado con una mallorquina de Felanitx desde hace treinta y ha pergeñado un modelo lingüístico que ennoblece unas modalidades insulares que hasta el nacimiento de la Fundación Jaume III de la que forma parte no eran más que papel mojado estatutario. Sólo por esto último, lo que le ha granjeado innumerables y acerbas críticas entre el gremio de lingüistas de filología catalana de Baleares, ya merecería un respeto en lo que respecta a su “mallorquinidad”. O a su integración en Mallorca, como quieran. Y es que ya se sabe, el catalanismo debe ser la única ideología que se contradice a sí misma con total naturalidad. Mientras tiene por espejo a Cataluña, critica el origen catalán de alguien que es residente en la isla. La cuestión, claro, es si es o no de los suyos. No recuerdo por su parte ninguna crítica con motivo del origen de la tristemente fallecida Montserrat Casas o del que fuera alcalde de Palma, Joan Fageda. A pesar de llevar años en la isla y a creer en la capacidad de “integración” que tiene una lengua, Casas nunca pronunció una palabra en mallorquín, algo típico entre los catalanes que pisan las Baleares como si fueran tierra conquistada. Ni qué decir tiene que Pericay hace justo lo contrario.

No ha sido el único ejemplo de guerra sucia contra el lingüista. El digital dbalears.cat, ahora en manos del separatista Tomeu Martí y al que ya conocemos por no contrastar sus informaciones, ha recordado a sus lectores que “Xavier Pericay és un dels conversos de la factoria FAES, que ha acabat aterrant a Mallorca a causa de la feina que li va proporcionar Bauzá a la seva dona. A ell li han cercat vàries ocupacions aquesta legislatura: assessor d’IB3, conferenciant… i fa poques setmanes, la Fundació Jaume III, subvencionada pel Govern Bauzá, li va publicar un llibret amb una sèrie de qüestionaments cap al català estàndard.” No se pueden decir más falsedades en menos espacio. En primer lugar, FAES no es ninguna iglesia que reciba a fieles dispuestos a ser redimidos; los intelectuales a los que invita para publicar algún artículo o participar en algún seminario o curso llegan ya convertidos y por méritos propios. En segundo lugar, su esposa es funcionaria docente desde hace bastantes años, con lo cual es falso que Bauzá la haya “colocado”. También es falso que haya sido asesor de IB3, como lo es que haya impartido alguna conferencia a cargo del Govern. También es falso que la Fundación Jaume III esté subvencionada por el ejecutivo autonómico puesto que se financia de los fondos privados de sus patronos, de la venta de sus libros y del trabajo impagable de sus voluntarios. Este es el nivel barriobajero que han exhibido estos días las plumas nacionalistas. En vez de respetar un punto de vista distinto en lo referente a la lengua, propio del pluralismo democrático que alienta a que las cosas se vean diferentes –ahí es nada el debate que ha vuelto a resurgir en Cataluña en torno a si la normativa tiene que adaptarse o no a la lengua viva de la calle–, van a tratar de criminalizarle para destruirle personalmente y así evitar discutir ninguno de sus argumentos. Xavier conoce a la perfección a estos “frares de coll tort” y supongo que tendrá ya la piel curtida de un elefante. En cualquier caso, animarle desde aquí para que no desfallezca ante tanta infamia.

 

____________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 19-4-2015.

La museificación del balear

No creo descubrir ninguna novedad si afirmo que el mallorquín, el menorquín y el ibicenco (en adelante, el balear) están siendo suplantados por el catalán estándar. No sólo en todos los registros formales, algo que ya se da por descontado, sino cada vez más en la lengua oral. Se quiera admitir o no, lo formal y lo que tiene prestigio acaba influyendo, paulatinamente, en la esfera de lo informal. Simultáneamente, tiene lugar otro proceso que tal vez pase desapercibido: la museificación del balear. El museo como concepto representa todo aquello que un día fue vivo, empleado y decisivo pero que, por avatares y circunstancias de la vida, hoy es percibido como muerto, anacrónico, pasado de moda, residual. Una ciudad, Venecia por ejemplo, puede convertirse en un museo. También una lengua, como el latín. Es lo que les está ocurriendo, sin prisa pero sin pausa, a nuestras modalidades insulares.

La filóloga Bárbara Sagrera Antich acaba de publicar un trabajo extraordinario y sin duda alguna muy meritorio. Su Corpus de fraseologia de les Illes Balears recoge nada más y nada menos que 16.000 frases hechas del balear, o como ella dice, del “catalán insular”. Las frases hechas (“a les totes”, “a balquena”, “perdre sa fesomia”, “a lloure”, “a pler”, “de pinyol vermell”, etc…) es lo que aporta cromatismo y sonoridad a una lengua, trascendiendo el registro monótono, plano, inexpresivo y ortopédico del estándar.

Creo que era Valentí Puig el que decía que cuanto más se ha cultivado un idioma, más frases hechas incorpora y utiliza normalmente. El castellano, por ejemplo, rebosa de modismos y frases hechas. Éstos son los que distinguen a un verdadero castellanohablante de un extranjero que habla castellano. La doctora Sagrera ha recopilado toda esta ingente fraseología baleárica vaciando el Diccionari Català-Valencià-Balear; las rondaies mallorquinas de Antoni M. Alcover y las del archiduque Luis Salvador; las rondaies de Menorca de Andreu Ferrer Ginard y las recogidas por Francesc Camps Mercadal; las rondaies de Ibiza y de Formentera recopiladas por Joan Castelló Guasch; y el Cançoner popular de Mallorca de Rafel Ginard Bauçà. La obra, a primera vista, se me antoja gigantesca. No sólo demuestra la extraordinaria riqueza filológica y antropológica de nuestras modalidades sino su grado de fecundidad y sofisticación, muy superior al catalán central o al valenciano, como sabía perfectamente hace un siglo Antoni M. Alcover. De ahí que el de Santa Cirga no admitiera bajo ningún concepto que el catalán central se erigiera en la base de la “lengua literaria” arrinconando así el balear.

No sé si se acordarán pero hace año y medio Bárbara Sagrera fue noticia. O algunos la convertimos en noticia. En diciembre de 2013 la otrora consejera de Educación, Joana Maria Camps y el director del Instituto de Estudios Baleáricos (IEB), Antoni Vera, presentaron a la prensa el libro Les modalitats insulars, una recopilación de las formas baleáricas bendecidas por la normativa de la autoridad en la materia, el Institut de Estudios Catalanes (IEC), con la intención, tal como reza en su página 11, “de donar a conèixer al públic en general algunes de les característiques del català de les Balears, sobretot les formes, estructures, mots o trets que, de vegades, a pesar de tenir el beneplàcit de la normativa, es poden veure desplaçats de la llengua escrita o la llengua oral per la creença que són incorrectes”. Nada revolucionario, por tanto. Prueba del respeto escrupuloso del libro a la normativa del IEC es que Francesc Moll dio la enhorabuena a Vera semanas después diciéndole que su padre lo habría aprobado sin reservas. Aun así, la obra había sido recibida con desconfianza ya que, “en el fondo”, trompeteaba el gremio de filólogos, el Govern la utilizaba para fomentar el “secesionismo lingüístico”, el fantasma permanente al que se agarra un catalanismo siempre a la defensiva para rechazar cualquier tentativa de prestigiar el balear. Una de las que habían colaborado en Les modalitats insulars era, precisamente, Sagrera en cuyos créditos se le agradecía “muy especialmente” su contribución. Pues bien, a la media hora de que el digital separatista dbalears.cat se hiciera eco de la presentación del libro por parte de Camps y Vera, una asustada Sagrera enviaba un comentario al digital que era toda una retractación pública, todo un acto de contricción (“Una retractación asombrosa”, 15/12/2013, El Mundo-El Día; “La secta balear”, X.Pericay, http://xavierpericay.com/2013/12/la-secta-balear.html). La retractación no tenía desperdicio. Sagrera pedía perdón a los suyos, alegando que la habían engañado y que no estaba de acuerdo con la utilización que el PP quería hacer del libro que ella había revisado sin encontrar en él nada extraño. En fin, Sagrera no quería pasar por colaboracionista con el enemigo. Increíble pero cierto.

El caso de Sagrera no es único y forma parte de una cierta tradición. La misma en la que figuran J.A. Grimalt y Jaume Corbera, filólogos que, después de dedicar buena parte de su vida al estudio del balear, tildan de inapropiado cualquier esfuerzo que se haga para recuperarlo en los ámbitos formales. Sí, a veces se quejan con la boca pequeña de que se podría haber hecho algo más… pero en cuanto la Fundació Jaume III o alguien más propone algo les falta tiempo para criticarlo. Para ellos, el balear es digno de ser estudiado, es apto para hacer tesis doctorales y dedicarle estudios de entomología filológica como el último de Sagrera, pero nunca para ser elevado a los ámbitos importantes como la enseñanza, la Administración y los medios de comunicación, la única vía para conservarlo vivo y no en cloroformo. La museificación del balear es la otra cara de la moneda de su suplantación. ¿Qué utilidad práctica sacaremos a las 16.000 frases hechas recogidas por Sagrera si emplearlas, si no todas al menos parte, en IB3 o en los libros de texto es tachado de “dialectizante”, “coloquial” o “inadecuado”? No es casualidad que los mismos que propugnan la práctica aniquilación del balear de todos los registros formales celebren simultáneamente su museificación, tal vez como coartada exculpatoria ante sí mismos y ante los demás de que sí les importa el balear. Como materia muerta, claro, mientras desaparece de nuestras calles por falta de enseñanza y reconocimiento públicos.

____________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 21-3-2015.

Llengua estàndar i llengua literària

D’ençà que sa Fundació Jaume III va començar a desplegar sa seva activitat —i ja fa d’això un any i mig bo— i d’ençà sobretot que ha publicat es seu llibre d’estil, Un model lingüístic per ses Illes Balears, es debat entorn de sa llengua ha pres un color distint des que havia tengut en tots aquests anys d’autonomia. Ja no se tracta de discutir com l’hem d’anomenar, aquesta llengua, entre altres raons perquè tots es qui consideram que no té ni hauria de tenir cap altre nom que s’històric de mallorquí —o menorquí, eivissenc o formenterer, segons de quina illa xerrem— topam sistemàticament amb una paret que es nostros representants polítics no han volgut mai franquejar: s’Estatut d’Autonomia i, en concret, es seus articles 4 i 35. Ja no se tracta tampoc de discutir qüestions ortogràfiques, com si encara fóssim un segle enrera, quan sa llengua no s’ensenyava a s’escola ni s’usava a penes en es medis de comunicació i a s’administració. Mos agradi o no, disposam avui en dia d’una ortografia reglada, que és sa que s’aprèn a s’escola i s’utilisa a sa premsa i en ets àmbits administratius. Proposar-ne una de nova no trauria cap enlloc.

Si no se tracta ja de debatre entorn des nom de sa llengua ni de demanar-se quina ortografia s’ha d’usar, ¿de què se tracta, idò? Per sa nostra fundació no hi ha dubte: d’un problema de models. És per això que acabam de publicar un llibre que conté una proposta alternativa a sa vigent. I és per això que creim que sa societat balear, sense exclusions, té dret a un debat públic sobre quin ha de ser es model d’estàndar balear, si es que s’utilisa avui i des de fa més de tres dècades a tots es registres cultes o, en canvi, es que proposa sa Fundació Jaume III en es seu llibre d’estil que acaba de publicar. Fa un parell de mesos es diari Última Hora publicava una enquesta en què un 68% de balears considerava que s’article salat s’havia d’emprar en ets informatius d’IB3 (Última Hora, 5-10-2014). ¿Com por ser, per tant, que se’n faci un ús tan raquític o, en altres paraules, que només s’empri a ses seccions més poc prestigiades, com es deports i es temps, i encara amb gran escàndol des doctes filòlegs de sa UIB i ses seves corretges de transmissió mediàtiques? Senzillament, perquè es model dominant no l’admet. I aquest no és més que un exemple, ja que n’hi ha a forfollons i de tota casta.

Ara, això no lleva que sigui un exemple significatiu. I és que es gran argument a què recorren es defensors de s’exclusivitat de s’article lalat o literari és justament es de sa tradició literària. Segons ells, a sa literatura sempre s’ha usat aquest article i no sa combinació de salat i lalat, pròpia des xerrar de Mallorca i de ses altres illes germanes. I com que sempre s’hi ha usat, afegeixen, ses coses han de seguir igual. No fa falta afegir com és de discutible un tal raonament. En primer lloc, perquè a sa literatura produïda a ses Balears, sobretot de finals des XIX i començaments des XX, hi ha una bona partida d’obres on s’usa s’article salat en combinació amb so lalat, o sigui, lo que constitueix es sistema de s’article baleàric. I, després, perquè aquest recurs a sa tradició literària per justificar determinades característiques de sa llengua estàndar, si bé podia tenir un cert sentit abans des naixement de sa televisió i sa generalisació de ses emissions radiofòniques, ha deixat de tenir-lo de llavors ençà. Una cosa és sa literatura i s’altra es medis de comunicació, s’administració o el món de s’escola. Així com aquests tres darrers àmbits, que és on se suposa que s’ha d’emprar s’estàndar, tenen com a destinatària sa comunitat lingüística balear, sa literatura, en especial si és adjectivada de catalana, té un destinatari distint —deixant a part que sa literatura, per definició, admet tots es registres i no és privativa de s’estàndar—. Repetir incansablement sa cançoneta de sa llengua literària com a únic referent possible de s’estàndar no només és un anacronisme, sinó que ja fa fins i tot rialles.

Però aquí està es re de sa qüestió i no mos cansarem d’insistir-hi. Fa just dues setmanes s’escriptor Carles Cabrera reflexionava en veu alta sobre es models de llengua. No mos citava pes nom —a s’àmbit on se mou, es reconeixement públic de sa nostra existència constitueix quasi un motiu d’excomunió—, però sí mos identificava amb so «gonellisme» i afirmava que aquest gonellisme «havia transitat intel·ligentment de l’histrionisme esquizofrènic extraparlamentari a aferrar-se a l’emblanquinat de l’Institut d’Estudis Catalans i abraçar auctoritas del Departament de Filologia Catalana de la UIB com Josep A. Grimalt o Jaume Corbera, semblantement partidaris de l’acostament màxim de la llengua escrita a l’oral» («El model de llengua», Última Hora, 2-3-2015). Vagi per endavant que no mos molesta gens ni mica que mos identifiquin amb so gonellisme original i ses seves tesis, baldament ignorem què és això de s’«histrionisme esquizofrènic extraparlamentari». En canvi, no creim haver-mos aferrat mai a cap mur acadèmic ni haver abraçat mai cap autoritat filològica local; lo que sí hem fet és aprofitar totes ses aportacions filològiques degudament contrastades i que han convengut an es nostro propòsit, que no és altre, recordem-ho, que es de consolidar un estàndar vàlid per ses Illes Balears. O, si s’ho estimen més, un estàndar que tengui com a primer destinatari sa comunitat lingüística balear.

A sa seva exposició un poc embullada de models vigents, Cabrera cita es cas, entre altres, de dos escriptors mallorquins, Baltasar Porcel i Melcior Comes, que varen optar i opten per escriure ses obres en català central. Com és natural, hi tenen tot es dret. Com el tendrien d’escriure en gaèlic, en romanx o en cherokee. Des seu pa en faran sopes. Però aquest no és es debat. Lo que mos hem de demanar és si volem un estàndar que tengui com a principal referent sa nostra comunitat lingüística, o sigui sa balear, o ja mos està bé lo que hi ha en aquests moments. I, en sebre sa resposta, hem d’obrar en conseqüència i exigir a ses nostres institucions que també ho facin.

______________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 18-3-2015

‘Un home de combat’

MIGUEL NIGORRA OLIVER.

A propósito del cierre de la Editorial Moll he leído por primera vez un interesante libro, editado en 1962, con motivo del centenario del nacimiento de Mossén Alcover que fue escrito por Francesc de Borja Moll, fundador de la editorial, titulado Un home de combat que me ha proporcionado Lleonard Muntaner. El libro es una biografía resumida de Alcover, con quien Moll casi desde el principio colaboró en la gran obra del Diccionari. En la liquidación de los restos del naufragio que se está realizando en el polígono de Son Castelló quizá se puede encontrar más de un ejemplar. Lo cierto es que el libro es el vivo retrato que Moll hizo de Alcover como hombre estudioso, inmenso trabajador, duro y gran apasionado por su obra en la que dejó su salud, su patrimonio e incluso las ayudas de sus hermanos que se ganaban la vida como payeses, con el sudor de su frente, en las possessionsde Manacor, en Santa Cirga, Sa Torre Nova y Son Crespí.

Los trabajos del Diccionari habían empezado en 1901 con la célebre lletra de convit y con la publicación mensual del bolletí. Moll se incorporó a propósito de una visita de Alcover en el Seminario de Ciudadela donde aquél estaba. Alcover había creado una gran red de colaboradores que rellenaban las cédulas o fichas que se clasificaban en la célèbre calaixera. A los más eficientes los calificaba como «es que no tenen son».

Alcover fue nombrado presidente de la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans creado en Barcelona por Prat de la Riba, con quien Alcover mantenía una buenísima relación. En 1915 se trasladó la calaixera a Barcelona ante la reiterada insistencia de Pompeu Fabra que vino expresamente a Mallorca en nombre de Prat de la Riba. Habiendo fallecido Prat en 1917, surgieron tensiones entre Alcover y los miembros del Institut pues el enfoque de Alcover, que se reflejaba claramente en la introducción que se preparó para el primer tomo, optaba por la defensa de la unidad de la lengua pero sin llegar a la uniformidad. Un punto también de tensión fue incluir la traducción al castellano que Alcover justificaba como ayuda a los que lo conocían. El mayor punto conflictivo fue que los catalanes pedían tres diccionarios: uno para los dialectos, otro para la lengua literaria moderna y otro para la lengua antigua. Alcover quería un solo diccionario en el que llevaba trabajando cerca de veinte años. Alcover,  que de payés tenía mucho pero de tonto nada, veía que la lengua literaria era lo que más interesaba a los catalanes, con el mallorquín muerto y sepultado bajo la losa del barceloní. Sobre esto escribió: «aquest escabotell de barcelonistas miran lo de fora de Barcelona com un dialecte pudent, corromput, tirador i que no té per on agafar». La ruptura violenta en 1918, se produjo al lanzar Alcover un duro manifiesto que se publicó en su Bolletí, y al ordenar que la calaixera volviera a Palma, rematando la faena al anunciar su decision de que el Diccionari de la Llengua Catalana apareciera con el título definitivo de Diccionari català-valencià-balear. Joan Estelrich, en sus Dietaris desde la perspectiva política de La Lliga de Cambó y sin ningún atenuante cultural, escribió que Alcover «ha perduda tota l’estimació que li professava, és un fanàtic, un intolerant, un caparrut», añadiendo «només de pensar amb aqueix home vil me sento agitadíssim, nerviosíssim i eloqüentíssim».

La primera consecuencia negativa de la ruptura fue que se agravó el gran problema de la financiación. En 1922 el hermano menor de los Alcover, l’amo en Pep, le aconsejó: «Toni, si jo fos de tu, escriuria an es Comte de Romanones i an en Maura contant-los lo que t’han fet a Barcelona, i els demanaria ajuda». Esta recomendación no le sonaba bien a Alcover pero su apretada y desesperada situación económica le ayudó a recapacitar escribiendo una serie de cartas a políticos conocidos.  Su sorpresa fue grande al recibir un telegrama del secretario particular de Alfonso XIII citándole en Madrid donde fue recibido y apoyado por el Rey. El tema se llevó a Las Cortes y se aprobó una ayuda de 25.000 pesetas anuales pero con el voto en contra de casi la totalidad de los diputados catalanes, con una intervención durísima, contra el Diccionari como obra «contra Cataluña» de Alomar Villalonga, mestre Biel, decía Alcover. Una euforia excesiva se apoderó de Alcover que se lanzó otra vez a una crítica desenfrenada contra sus antiguos colaboradores catalanes, a los que atacó con su clásica dureza y conocido sarcasmo. La ayuda del Gobierno se mantuvo hasta 1926 en que Primo de Rivera la canceló.

De nuevo la preocupación se apoderó de Alcover.  Hizo las paces con Pompeu Fabra y acudió también a Francesc Cambó en 1928. Este le recibió con amabilidad, le invitó a sentarse y exponer su problema. Así lo hizo Alcover y al terminar, Cambó le soltó la andanada: «Mossén Alcover, a vostè li ha succeït el que succeix a tots els traidors».

A trancas y barrancas salió por fin el primer tomo del Diccionari en 1932. Este mismo año fallece Alcover y Moll prepara el segundo tomo editado en 1935. En el libro Un home de combat dice Moll que antes de morir le había dicho: «Quan jo seré mort, canvia l’ortografia, si la vols canviar; mentre jo visqui, no la vull canviar. Ja he canviat massa vegades». Alcover había tenido un duro ataque de apoplejía que le hizo reducir su actividad con consecuencias que duraron el tiempo suficiente para prepararse para el tránsito definitivo. Conociendo el personaje resulta difícil creer las palabras atribuidas a Alcover. En la Introducción del primer tomo había dejado clara su posición sobre la ortografía. Y en la Introducción de la edición digital de Moll no queda ninguna referencia a aquella, insistiendo en el indemostrable tópico de la repoblación. Los otros ocho tomos, que completaron la gran obra, se publicaron entre 1950 y 1962 en pleno Franquismo con la decisiva colaboración de las instituciones públicas isleñas y de muchos particulares. Hay que reconocer que la gran obra de Alcover no se hubiera terminado sin la total entrega al trabajo de Francesc de B. Moll, a pesar de su rendición ante el Institut.

Hoy jueves, 19 de febrero se hace la presentación en Palma del libro Un model lingüístic per ses Illes Balears que ha sido posible por el apoyo de la Fundación Jaume III y gracias al acertado trabajo de Xavier Pericay y Joan Font Rosselló. Este trabajo supondrá el mejor homenaje a la herencia cultural lingüística de Mossén Alcover y a su numantina y heroica resistencia.

____________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 19-2-2015

La gesta de la Jaume III

La Fundación Jaume III se consolida pese a carecer de ayudas institucionales y apoyos mediáticos. Dispone de brusquers, que es lo más importante, o sea de más de un par de apasionados dispuestos a sacrificar su vida en la promoción de la causa. Esta tipología de personajes es importantísima, sobre todo en nuestra isla: la Mallorca indolente y a la vuelta de todo, que predomina entre nosotros. Un día es Miguel Nigorra con artículos como el del pasado jueves, recordando la hazaña olvidada del auténtico Antoni Maria Alcover, figura molesta, y hoy sustituida por los manipuladores de turno; otro día la voz insobornable de Pep Zaforteza, amén de la campaña permanente de Juan Font. No paran, y además no tienen miedo ni complejos. Nadie les cerrará la boca.

Anteayer se presentó con nutrido público su libro de estilo: Un model lingüístic per ses Illes Balears, del filólogo Xavier Pericay. ¿Qué quieren que les diga? Pues que «ara va de bo». Nadie daba un real por esta curolla y ya ven ustedes. Motivos de sobra tienen sus adversarios para estar nerviosos. –«Ens poden fer molt de mal» –reconocen con notable turbación. «I ha que fer qualque cosa», proclaman sin ambages. Pero claro, a ninguno de estos brusquers le pueden comprar, ni tan siquiera exiliar. Uno de ellos me dijo irreductible el pasado jueves: antes la cicuta que el exilio, como Sócrates.

Yo, mientras tanto, además de comprar el libro de estilo, más como curiosidad que como manual a utilizar, puesto que moriré con mi catalán del Camp de Tarragona, celebro este renacer patriótico. La isla suele producir estos fenómenos. Se cansa de su propia indolencia o samfotisme. Sucede, para mayor complicación, que los mallorquines, siempre a la defensiva, vienen desde muchos siglos atrás utilizando el idioma como vehículo de complicidad, además de seña de identidad. Un «uep» o un «sols que m’entenguis» como solía decir mi inefable suegro Toniet Valls, ya lo expresaban todo. Por esto, si le quitamos a este instrumento de críptica comunicación que es el mallorquín sus códigos secretos ¿para qué lo queremos? No señalará diferencias. No identificará. Estamos perdidos. Esta tierra siempre contó con barreras, con diferencias, incluso entre sus grupos sociales, fuesen nobles, xuetes, mossons o trencaterrosos. Sin el silbido de la tribu, como los indígenas de La Gomera canaria, ¿cómo defender lo nostro? Mal, simplemente mal. Ya se ha visto.

______________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 24-2-2015

Xavier Pericay: “Hay que hacer un referéndum lingüístico en Baleares”

MAYTE AMORÓS.

Primero analizó, junto a Joan Font Rosselló, los libros de texto de los alumnos de Primaria para sacar a la luz que las editoriales no se esfuerzan por usar las formas propias del catalán de las Islas. Ahora Xavier Pericay (Barcelona, 1956) ha elaborado un libro de estilo que brinda a la sociedad el uso generalizado de un estándar balear en las escuelas, los medios de comunicación y la Administración Pública. Un model lingüístic per ses Illes Balears, editado por la Fundación Jaume III, se presenta el día 19 de febrero en el Club Náutico de Palma a las 19.30 horas.

–¿Por qué edita un libro de estilo y no una gramática?
–Porque ya existen gramáticas y léxicos. Un model lingüístic per ses Illes Balears es una propuesta de modelo para usar en el ámbito público, es decir, en la enseñanza, medios de comunicación y en la Administración Pública.

–¿Qué hay de malo en el actual modelo lingüístico?
–Que durante los últimos 20 años se ha ido derivando a un modelo que no tiene diferencias con el modelo catalán. Si ves, por ejemplo, el informativo de IB3 y TV3 son prácticamente idénticos, no tienes sensación de que aquí se habla diferente, aunque es verdad que últimamente se percibe un esfuerzo en IB3 para remediarlo. Los ciudadanos no se sienten representados con lo que oyen, incluso hay muchos hijos que corrigen a sus padres porque en la escuela les han dicho que palabras como ‘vacacions’ es un ‘barbarisme’ o un coloquialismo, lo cual es falso.

–¿Entonces en las escuelas de las Islas no se enseña el catalán de nuestros abuelos?
–En las escuelas Baleares se enseña el catalán de los abuelos catalanes. (Risas).

–¿De quién es la culpa de este desprestigio del catalán de las Islas?
–De la UIB porque ha puesto en manos del departamento de Filología la cuestión lingüística. Desgraciadamente es un departamento que está haciendo un trabajo absolutamente político, promoviendo el modelo catalán en vez del de Baleares. Su lema es salvar la lengua porque está amenazada pero en realidad ellos quieren salvar el catalán de Cataluña y no les importa el mallorquín.

–¿El mallorquín, menorquín e ibicenco están en peligro de extinción?
–Las formas mallorquinas, menorquinas e ibicencas están condenadas a desaparecer si no se promueven y se dignifican. No estamos dispuestos a tolerar que el modelo balear no sea balear.

–¿Y en qué va a ayudar su libro a la situación actual?
–Proponemos una alternativa a este modelo amparado, promovido y fijado por determinados lingüistas y profesores del departamento de Filología Catalana de la UIB. La Fundación Jaume III toma como referencia a la comunidad balear como comunidad lingüística, ésta es la gran diferencia. Hasta ahora se tomaba como referencia a una comunidad concreta, la catalana, no la balear. Se había olvidado todo lo propio de aquí y lo que la mayoría de baleares reconoce como su forma de hablar.

–¿Va a distribuir el libro en los colegios para que tomen nota?
–Se hará llegar a colegios, medios de comunicación y a la Administración, otra cosa es lo que en estas entidades hagan con el libro… La obra también estará disponible en las librerías a partir de este lunes o en la Fundación Jaume III.

–¿Es normal que una obra así la tenga que acometer una fundación privada como la Jaume III?
–No, es completamente anómalo. Lo que no hacen las instituciones lo acaban haciendo otros.

–¿Por qué no lo ha hecho la UIB?
–Imagino que porque está haciendo justamente lo contrario, promoviendo el modelo que existe en la enseñanza en Baleares.

–¿Un model lingüístic per ses Illes Balears ataca a la unidad de la lengua?
–Claro que no, eso ni se plantea. Es un libro que se mueve dentro de la normativa y todo es perfectamente correcto, justificable y justificado. Esta obra lo que quiere es recuperar la tradición que había existido en una época en que el mallorquín no se enseñaba en la escuela y no se usaba en los medios de comunicación. Cualquier cosa que supone diversidad representa para la Academia un ataque a la lengua. Nada más falso, lo que intenta este libro es servir a los mallorquines, que tengan una alternativa y que cuando sus hijos les digan que una palabra no es correcta o cuando vayan a la administración y les saquen un documento que parezca hecho en Girona, puedan decir que las cosas se pueden hacer de otro modo.

–¿Habla de reclamar por los derechos lingüísticos?
–Por supuesto, la gente debe tomar conciencia de lo que está ocurriendo con su forma de hablar tradicional. Hasta ahora el ciudadano era consciente de que lo que le proponían no era su forma de hablar pero no sabía cómo responder a esto. Ahora tiene este libro que sirve como instrumento para hacerlo.

–La obra incluye un glosario para consultar si tienen dudas sobre su corrección, ¿qué palabras ha rescatado?
–Es un vocabulario, aunque no es exhaustivo, es representativo de las palabras propias por las de Cataluña, por ejemplo ‘vacacions’ por ‘vacances’, y otras palabras que no han desaparecido porque simplemente han sido excluidas de los ámbitos públicos, palabras formales que deberían tener un uso mayor.

–¿Le han llegado quejas en este sentido?
–Sí. Colgamos estas quejas en la página web (Sa catalanada) y también reclamamos a la empresa. La última, por ejemplo, es que en Mercadona de Mahón pone ‘amaniments’ en vez de ‘trempats’. A menudo usan aquí los carteles de Cataluña, cosa que no sucede en la Comunidad Valenciana. Baleares siempre ha sido un apéndice de Cataluña en lo político y en lo lingüístico, y este libro lo que dice es que aquí hay que usar el modelo que decidan los ciudadanos de aquí y si es necesario habrá que someterlo a votación.

–¿Propone hacer un referéndum lingüístico?
–Sí. A aquellos que tanto les gusta someter las cuestiones a votación pública -véase el famoso derecho a decidir- podrían preguntar a la gente qué quiere hablar: el modelo que ellos están proponiendo o un modelo como el que propone la Fundación Jaume III en el que la comunidad balear es tenida en cuenta.

–¿Puede hablarse de un estándar balear?
–Este libro pretende un estándar balear.

–¿Qué mejoraría de IB3 para que la gente se identificase con su forma de hablar?
–IB3 promueve un modelo más comedido que el nuestro, con vestigios del modelo anterior, pero se han ido introduciendo soluciones propias de aquí. Yo creo que se debería generalizar el uso del artículo salat en todas las secciones de los Informativos, no sólo en deportes y el tiempo, como ahora.

–Su libro apuesta claramente por un uso normalizado del artículo salado. ¿Hasta qué punto todo se reduce a un debate ‘salat’ sí, ‘salat’ no?
–No se reduce a esto pero éste es un elemento característico del habla balear y no usarlo en los ámbitos formales es obligar a la gente a renunciar a algo irrenunciable. Se está impidiendo usar lo que más le identifica, lo cual es un absurdo.

_________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 7-2-2015

Filología y política

En una reunión que mantuvimos la Fundació Jaume III con un partido político, un dirigente de este partido nos espetó: “─Nos parece muy bien lo que decís. Ahora bien, una cosa es la filología y otra cosa es la política. Dejemos a los filólogos las cuestiones de filología”. Y el pobre ingenuo se quedó tan ancho. Ésta ha sido la gran añagaza utilizada por el nacionalismo catalán para extenderse como una mancha de aceite. O sea, la consideración de que una cosa es la política y otra cosa muy distinta la filología, obviando que el nacionalismo como ideología moderna –el catalanismo político se remonta al 1898 y el cultural a 1859– ha utilizado a los filólogos como su brazo intelectual. Los contornos físicos, fonéticos y geográficos de la lengua que dibujan los filólogos terminan coincidiendo con los de la nación. La lengua es la nación y viceversa.

Como decía, aquí en Baleares se asumen como dogma de fe y como cuestiones “superadas” por la “ciencia” estos tres planteamientos: a) la unidad de la lengua catalana; b) el nombre unitario de la lengua, o sea, el catalán; c) la normativización fabriana y el modelo estándar implantado en nuestro archipiélago, un modelo que sigue a pies juntillas el patrón barcelonés –como si Palma fuera Sabadell– y que ha olvidado aquella sensibilidad léxica hacia todo lo balear ─como demostró en obras como el Vocabulari Mallorquí-Castellà(1965)─ que siempre conservó Francesc de Borja Moll pese a su papel de factótum del catalanismo en Baleares.

Incluso esto último, la mera defensa de las modalidades baleares reconocidas en el Estatuto y la utilización de un estándar mucho más cercano a la lengua viva de la calle les sigue pareciendo a muchos un crimen de lesa humanidad que merece todo tipo de invectivas. Desde que Sebastià Alzamora, alto cargo con Jaume Matas, nos recordara hace una década aquello de que “negar la unidad de la lengua catalana es propio de un imbécil o de un hijo de puta”, se han sucedido las sistemáticas lluvias de insultos hacia todo aquel que cuestionara alguno de los planteamientos a), b) y c) expuestos arriba. Desde quienes han llegado a afirmar que “negar la unidad de la lengua” era lo mismo que “negar que la Tierra es redonda” hasta aquellos que han asegurado mosqueados que a nadie se le ocurriría llamar a alguien que no fuera un arquitecto para construir una casa. Los filólogos serían unos científicos tan infalibles como los físicos y los matemáticos y que, como ciencia que es la filología, cualquier debate debe ser clausurado en nombre del progreso de la humanidad y la propia normalización lingüística. Y lo cierto es que, con este tipo de argumentos, se han salido con la suya: nadie se atreve a cuestionar sus dictados so pena de caer en el anatema. Entre ellos, los políticos, unos seres de por sí pretenciosos, cobardes y predispuestos a abrazar la corrección… política.

Este rasgarse las vestiduras, sin embargo, obedece no sólo al intento de ahogar cualquier debate sobre el tema sino a algo de lo que me he ido dado cuenta conforme me adentraba en el estudio de la historia de la lengua catalana: la precariedad de los tres dogmas de fe que he señalado más arriba. Y lo cierto es que, por mi parte, no había ninguna predisposición para cuestionar ninguno de ellos. Siempre fui un estudiante aplicado y obediente, incluso fui más allá de lo que se me exigía en la asunción, ciertamente inopinada y acrítica, de los dogmas reseñados.

Sí, he constatado que las verdades indiscutibles que esgrime el catalanismo, incluso las de corte más cientifista, están cogidas con pinzas. Son muy precarias, apenas se sustentan en los hechos y la historia real. Esto no quiere decir que al final no terminen ganando la batalla –ya lo han hecho– pero su éxito no radica tanto en la solidez de sus premisas de las que partían cuando empezaron a discutirse estos temas vidriosos como en haber sabido dotar de “conciencia lingüística” a buena parte de los hablantes que carecían de ella. Su éxito no reside en la ciencia, sino en la “conciencia”, no en los hechos filológicos probados sino en la propaganda, en haber sabido “nacionalistizar” las mentes.

Porque, a diferencia de lo que los alzamoras de turno nos quieren hacer creer, si ha habido una lengua que ha suscitado controversia –y mucha– en su definición y sus contornos, así como una formidable polifonía de voces desafinadas, ésta ha sido la lengua catalana. Los alzamoras tendrían que ser más humildes. Sólo voy a dar dos ejemplos de hasta qué punto la controversia de los lingüistas ha tenido que ser zanjada por una decisión política. Año 1913. La aprobación del IEC de las normas ortográficas de Pompeu Fabra provocará una polémica a cara de perro entre normistas –favorables a ellas– y antinormistas. Tendrá que ser el presidente de la Mancomunidad, Prat de la Riba, el que ponga orden en el guirigay apoyando las nuevas normas como una ortografía “nacional” (sic). Como ven, ciencia en estado puro. Año 1934. La crecida, entre las propias élites catalanistas, del occitanismo, un movimiento que pretendía aglutinar el catalán junto al resto de dialectos de Oc, será desactivado mediante un manifiesto de carácter político capitaneado por Fabra, como ha detallado August Rafanell en “La il·lusió occitana”. Dos ejemplos que, lejos de ser puntuales, ilustran no sólo toda una tradición cainita sino que la “historia oficial del catalanismo” que se nos quiere vender nada tiene que ver con la realidad histórica. Pura mitomanía voluntarista. Como concluye Javier Barraycoa, “rara vez la voz del pueblo catalán se hizo sentir unánimemente” y “los protagonistas de la Renaixença del catalán acabaron, en su mayoría, peleados entre sí al ser incapaces de ponerse de acuerdo en nada”, lo que indica que nada, ni siquiera la existencia del catalán como lengua separada de la lengua de Oc, estaba clara.

_____________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 3-1-2015

Nacionalisme, s’invenció de sa tradició

Com diu un dets estudiosos més reconeguts des fenomen nacionalista, Ernest Gellner, “es nacionalisme no és cap despertar de ses nacions cap a seva autoconsciència; inventa nacions allà on no existeixen, però ha de menester certs elements diferenciadors preexistents per iniciar es procés”. Es procés al qual se refereix és, com sabem, s’anomenada ‘construcció nacional’. Gellner afirma que una cosa és es nacionalisme vist pes mateixos nacionalistes i una altra molt distinta lo que és realment. Es nacionalistes s’arriben a creure que lo que defensen és s’única realitat, quan lo que defensen és una ‘teoria’ –una ideologia historicista, en realitat– que no té més de dos-cents anys d’història. Una altra ‘teoria’, com pugui ser es marxisme, que interpreta es passat d’acord amb uns conceptes inventats i que se pensa haver trobat, gràcies an aquest instrumental conceptual, unes lleis pretesament històriques –i omnicomprensives– que explicarien no només sa successió històrica, sinó que, operant damunt es món real, tendrien sa clau per canviar-lo.

Un exemple de tot això el tenim cada any amb sa commemoració de sa conquista cristiana de Mallorca l’any 1229, que, pes catalanisme, s’ha convertit en sa fita històrica per excel·lència que marca s’entrada des mallorquins dins sa catalanitat. Lo que passà abans i lo que passà després els importa ben poc, com tampoc es fets històrics que posen en quarantena sa seva peculiar interpretació des fets. Els és igual que el Rei En Jaume fos un rei aragonès nat a Montpeller; els és igual que es vertader sentit de sa conquista fos una creuada cristiana beneïda pel papa i de cap manera una creuada “catalana”; els és igual que es comtats que formen s’actual Catalunya no formassin part ‘de iure’ de sa Corona d’Aragó fins l’any 1258 (tractat de Corbeil); els és igual que sa bandera quadribarrada fos s’emblema de sa casa reial aragonesa; els és igual que llavors es català fos una “llengua” amb molt poca singularitat respecte de s’occità; els és igual, en fi, sa relativa –en realitat, nul·la– importància que tenia sa “llengua” o s’“ètnia” pes súbdits de s’Edat Mitja a s’hora de definir sa seva identitat si les comparam amb altres elements com es rang, el seu rei, sa religió o es Dret. Sa “consciència lingüística” –com sa consciència ètnica- és un invent modern des nacionalisme que no té més de dos segles d’història i en es cas des catalanisme no més de cent cinquanta anys. Tot això els és igual, tanmateix.

I així podríem continuar amb tots es mites que defineixen es catalanisme, tots i cada un d’ells, començant per sa senyera com a “bandera nacional”, continuant amb sos Segadors com a “himne nacional” o amb sa sardana com a “ball nacional”, i acabant pel Barça com “s’equip nacional”. Com han il·lustrat Javier Barraycoa i Joan Lluís Marfany, no va ser fins as darrer terç des segle XIX –quan es catalanisme literari i cultural deriva en catalanisme polític, o sigui, sa llengua se converteix en un instrument de lluita política– que es catalanisme va adoptar sa quadribarrada com a símbol, desplaçant-ne d’altres com sa Creu de Sant Jordi. Més envant es catalanistes la s’apropiaren i ara volen fer creure que sa quadribarrada de sa festa de s’Estendard representa sa bandera catalana en lloc des símbol de sa dinastia aragonesa. S’himne des Segadors va ser recreat, també, a finals des segle XIX quan no havia estat més que una cançó de taverna que narrava sa revolta de 1640, convertida en un altre mite després de treure-li tot es sentit –profundament religiós– que havia tengut. El F.C. Barcelona, abans de convertir-se en un símbol “nacional”, va ser fundat com un equip d’estrangers on no hi podia jugar cap espanyol i per tant cap català, tot lo contrari que l’Espanyol. Més envant, aquest club que simbolisà sa resistència antifranquista donaria dues medalles a Francisco Franco, una com a agraïment a s’ajuda per sa construcció des Palau Blaugrana i s’altra amb motiu des 75 aniversari de s’entitat. Sa sardana com a ball “nacional” la crearen es catalanistes a començaments des segle XX. En principi, només era un ball circumscrit a Sant Feliu de Guíxols. I així podríem continuar amb sa llengua i amb la resta de mites que habiten s’imaginació des nacionalisme català i des nostros xotets de cordeta balears.

És per tot això que deim que es nacionalisme és una il·lusió òptica. “És es nacionalisme es qui crea ses nacions i no a s’enrevés”, diu Gellner. Recorr an es passat per fer-ne un ús selectiu i transformar-lo radicalment. “Llenguatges que havien mort poden tornar a viure, ses tradicions són susceptibles d’inventar-se i és possible recrear pureses prístines fictícies. Però aquesta faceta culturalment creativa, aquesta imaginació i inventiva pròpia de s’ardor nacionalista no és sinó una invenció contingent, artificial i ideològica” (Gellner).

Profecies autocomplides

Ara bé, ningú pot negar s’existència des nacionalisme i des projectes de nació que vol crear. Això sí que és real. En es darrers dos segles, es nacionalisme ha tengut –i té, basta veure Catalunya, el País Basc o Escòcia– una força mobilisadora impressionant, sobretot si la comparam amb sa seva debilitat intel·lectual. Un des grans errors ha estat considerar-lo una ideologia reaccionària, tradicionalista i retrassada. Si es nacionalisme és qualque cosa, no és precisament antic ni antiquat sinó modern. Sa seva modernitat és indubtable i ses condicions en què s’ha pogut desplegar són ses pròpies de sa modernitat: s’industrialisació, ses grans migracions cap a ses ciutats i s’educació universal dets estats moderns. Com han explicat Gellner i també Hobsbawm, un altre teòric des nacionalisme, a ses societats agràries anteriors a s’era industrial no hi havia cap possibilitat que germinàs cap “consciència nacional”. Tots es Jocs Florals, totes ses Renaixences literàries i tota sa filosofia “herderiana” haguessin estat inútils.

¿Per què, idò, si ses premisses des nacionalisme són tan fluixetes, acaba tenguent s’importància que té? La té gràcies an ets instruments que li acaba cedint s’Estat per imposar es seu punt de vista, bàsicament s’ensenyança i es medis de comunicació públics. D’aquí que es nacionalisme mai vulgui doblegar-se davant aquells que amenacen es seu control de s’educació i es medis de comunicació. Sa construcció nacional, o sigui sa formació d’un Estat de ple dret ses fronteres del qual coincidesquin amb ses fronteres lingüístiques (o ètniques), només és possible si es nacionalisme, an es mateix temps que critica es seu mirall, s’Estat central (Espanya, França), és ja estat en si mateix, autonòmic, provincial, insular o local, però estat. Això és irrenunciable.

Només quan se converteix en estatal, oficial i públic és quan es nacionalisme triumfa i modela sa realitat d’acord amb sos seus patrons apriorístics, per falsos que hagin estat en es començament. Quan se defensen diguent que en realitat no hi ha ningú que vulgui una ensenyança bilingüe o es castellà com a llengua vehicular, as cap i a la fi, es nacionalistes estan diguent sa veritat: ningú està disposat a reclamar es seus drets lingüístics perquè tothom té por. Es nacionalisme ha sabut crear artificialment i gràcies a sa seva capacitat coactiva ses condicions –una pressió malaltissa contra es discrepant– perquè ningú s’hi vulgui enfrontar. Se tracta d’una profecia autocomplida, o sigui, de com partint de premisses falses, aquestes, actuant “com si” fossin vertaderes, se converteixen en veritat. Això ja ho havia detectat Hannah Arendt quan deia que es nazisme havia aconseguit que es jueus que, en principi ningú tenia com a “escòria”, s’hi haguessin convertit després de tractar-los com a tals. En això consisteix es nacionalisme.

________________________

Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, el 2-1-2015

I Prèmit Joan Benejam de relats breus en llengua menorquina

 

FOMENT CULTURAL DE SES ILLES BALEARS. Sa nostra entitat, Foment Cultural de ses Illes Balears (FCIB), és una entitat cultural, oberta i plural, finançada íntegrament amb capital privat que va esser fundada per joves estudiants universitaris, historiadors, missers, empresaris i professionals lliberals de Menorca, Mallorca, Eivissa i Formentera, amb uns objectius clars i contundents: estudiar, defensar, fomentar i dignificar es menorquí, es mallorquí i s’eivissenc.

D’ençà de s’implantació de s’Estatut d’Autonomia, que reconeixia es català com a llengua de Balears, rebaixant i marginant es balear a simple dialecte o parlar col·loquial i vulgar, sa llengua de ses Balears ha sofert un fort procés de desnaturalisació, propiciada per s’imposició des català estàndar a ses nostres illes.

Foment Cultural aposta per dignificar, reconèixer i prestigiar de forma oficial (Estatut d’Autonomia) i acadèmica sa llengua de ses Balears, es mallorquí, es menorquí i s’eivissenc en qualsevol de ses seues modalitats insulars. Ets objectius principals de sa nostra entitat són recuperar i oficialisar ses nostres modalitats insulars a s’administració i en es medis de comunicació públics, però sobretot, impulsar-les, estudiar-les i recuperar-les a ses escoles, instituts i universitat de Balears.

Davant sa falta de compromís i d’ajudes públiques per part de ses principals institucions de Menorca i Balears amb s’estudi i protecció des menorquí i ses modalitats insulars –tal com estableix s’article 35 de s’Estatut d’Autonomia de sa CAIB–, Foment Cultural de Menorca convoca enguany sa 1ª edició des PRÈMIT JOAN BENEJAM, Concurs de Relats breus en menorquí.

Es Prèmit Joan Benejam neix per dignificar sa nostra llengua menorquina, impulsar sa redacció en menorquí entre es joves de s’illa, amb s’intenció de fomentar i recuperar entre sa jovenea ses particularitats lingüístiques menorquines que ara es troben marginades i suplantades en es món acadèmic i educatiu. Finalment, coincidint amb s’Any Ruiz i Pablo, proposta de Foment Cultural, es Prèmit Joan Benejam també neix en homenatge a un dets intel·lectuals menorquins més destacats de s’història de sa nostra illa: Mestre Benejam i Vives, reconegut pedagog, impulsor de s’ensenyança graduada a Menorca i fill il·lustre de Ciutadella. Autor d’obres com Ciutadella Veia (1910), sa sarsuela costumista de Ciutadella per excel·lència, Foc i Fum (1885), i des Vocabulari Menorquí-Castellà (1885), obres escrites, com deia Mestre Benejam, “en sa nostra llengo o lo que es diu en pla”.

____________________

Bases des I Prèmit Joan Benejam de relats breus