Madrid como disfraz de la futilidad

Francina Armengol ha elegido el recurso de la confrontación con el Gobierno de Mariano Rajoy como estrategia políticaEs verdad que a estas alturas resulta cansino el sonsonete del “Madrid me mata”, pero hasta cierto punto es lógico dadas las circunstancias políticas y personales de la presidentaArmengol ha ejercido siempre de opositora y ni siquiera presidiendo el Govern puede dejar de obrar como lo que es. Por otra parte, su educación sentimental es la propia de una nacionalista en cuyos grupúsculos y capillitas militó antes de enrolarse en las filas del socialismo español, siguiendo la trayectoria de su padre. Armengol es una nacionalista de corazón que ha tenido que moderarse a la fuerza para aspirar a dirigir el PSIB, transformándolo en la medida de sus posibilidades en una formación que no le hace ascos al nacionalismo. Lo demuestra su complejo de inferioridad frente a los nacionalistas a los que considera sangre de su sangre.

Por si fuera poco, la falta de un programa de gobierno digno de este nombre –como se visualizó en el debate de investidura– y su más que probable incompetencia en la gestión no le dan otra opción que envolverse en la bandera del agravio territorialEl “Madrid me mata” siempre ha sido un magnífico disfraz para camuflar la futilidad que siempre ha caracterizado a la izquierda cuando ha gobernado estas islasArmengol quiere salvar el pequeño comercio de la “deslealtad traicionera” de Madrid, quiere gastar más de lo que le permite Madrid, quiere mejorar el “injusto” modelo de financiación negociado por Rodríguez Zapatero y Carlos Manera, quiere minimizar los efectos de una ley educativa que Madrid le obliga a aplicarreclama 1.300 millones de euros de unas inversiones estatutarias que se saca de la manga y que le habría negado Madrid, se lamenta la pobre de que Rajoy no tenga “una hora” para reunirse con ella. Cualquier circunstancia sirve para arremeter y quejarse de Madrid, el gran Satán. “Madrid no nos da ni agua”, brama Catalina Cladera. El problema de fondo de la izquierda balear es que nunca ha tenido programa alguno salvo el desalojo del PP de las instituciones, de ahí que buena parte de sus medidas sean reactivas contra todo lo realizado por este partido. No son capaces de hacer nada en positivo que dependa de su buen hacer, de sus propias ideas y de su propia capacidad de gestión, su genio es puramente destructivo. Sólo saben gobernar a la contra.

La equidistancia de ArmengolEn declaraciones a Europa Press, Armengol ha afirmado que el “el independentismo es simplemente un sueño”. Habrá querido decir que la “independencia es un sueño”, entendido como algo que carece de realidad y fundamento, sin posibilidades de consumarse. Porque el independentismo, con el que simpatizó de joven la inquera, no es ningún sueño, es una realidad palpable a poco que se dé una vuelta por Cataluña o eche una ojeada a sus socios de Més. En la entrevista a Europa Press, Armengol no expresa ningún rechazo moral, ético, cívico o democrático al independentismo como principio, sencillamente se limita a constatar sus escasas probabilidades de que triunfe. Por eso, se aparta de él con la dosis de realismo que se espera de una secretaria general regional de un partido tan español como el PSOE. El subconsciente le vuelve a traicionar en la entrevista cuando se sitúa en la equidistancia entre Rajoy y Artur Mas, como si el gallego tuviera en buena parte la culpa de los delirios de Mas. “Los dos gobiernos han preferido la bronca al acuerdo”, afirma Armengol, responsabilizando a Rajoy de lo ocurrido en Cataluña no por omisión sino por ¡exceso de acción! Por ser demasiado bronco. Finalmente, la de Inca defiende la incorporación de Baleares al Instituto Ramón Llull para ir de la mano de la sediciosa Generalitat porque “Baleares tiene una relación especial por cuestiones lingüísticas, históricas e identitarias”. Identitarias, nada menos. Y achaca al PP que “olvide estas cuestiones”. Para la inquera, aliarse con el gobierno de una región que se quiere “desconectar” de España en dos meses y que no tiene otra pretensión que quebrantar el marco constitucional y autonómico bajo cuyo paraguas ella es presidenta balear es tener un sentido “institucional” del que carece el PP. Y hacerlo, además, mediante alianzas lingüísticas y culturales cuando la lengua, precisamente, está al servicio del proceso separatista, le parece de lo más oportuno. cuando ni los separatistas de allá (ERC, CUP, parte de CDC) ni sus quintacolumnistas de acá (ERC, Més, Guanyem) han renunciado al proyecto pancatalanista que nos engloba a baleares y valencianos de acuerdo con la divisa “una lengua, una nación, un estado”. Para Armengol, nuesta integración al Llull viene a ser otra vuelta a la normalidad tras el estado de excepción de Bauzá. ¿Normalidad? Será la normalidad de alguien que en el fondo de su alma nunca ha dejado de ser una nacionalista que sigue creyendo en los Países Catalanes aunque admita la enorme dificultad de la empresa. Ahora bien, compromiso emocional contra el separatismo, ninguno.

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Publicat a El Mundo-El Día de Baleares, es 8-8-2015.

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